Ayer pagué Movistar a través del teléfono. Por la mañana. A la tarde me reclamaron el pago, me decían por dónde podía hacerlo, y frente a cualquier duda podía chatear con Sofía. Qué raro –pensé-, mi sobrina (es médica en el italiano) trabajando para Movistar. “Se debe estar ganando unos pesos extras”. Le dije, por chat, Hola Sofía, soy Roberto, y le conté lo de mi pago y el reclamo posterior por la factura supuestamente impaga. Sin saludarme me dijo que podía mirar mi factura en tal lado. La factura ya la vi y la pagué, dije, por favor contéstame sobre lo que te pregunto. En el mismo tono impersonal me mandó a ver la factura otra vez. Corté. Me quedó un regusto amargo. Tengo buen trato con mi sobrina, es risueña y divertida, y se toma su trabajo de médica con enorme dedicación. ¿Por qué no habría de hacerlo en esta changa que se había buscado? Volví a entrar en Movistar, fui al chat para decírselo, y cuando estaba escribiendo leí que Sofía era digital. Que contestaba a través de una máquina; es más: era la máquina misma y se llamaba Sofía. - Vete a la mierda –escribí en tono español para que no haya dudas de lo que le decía a la compañía española.
Después llamé a mi sobrina para disculparme por mis pensamientos sobre ella y su frialdad en atenderme. - ¿Estás bien, tío? –dijo con el buen tono de siempre. Le expliqué que había hablado con ella a través de Movistar y me había sorprendido su indiferencia hacia mí, pero que ya todo se había aclarado. Con voz preocupada ella me saludó con cariñosas maneras, me volvió a preguntar si estaba bien, si me pasaba algo -¡para nada, cómo se te ocurre…!- y nos despedimos con un beso. Ahora estoy pensando si llamar a Movistar para disculparme con Sofía por el trato que tuve con ella, por el improperio que le había dirigido un rato antes. Después de todo, pobre, es una laburante que se gana la vida como puede. O como la obligan. ¿Ustedes qué me sugieren?
3 abril 2020
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