LUISA VALENZUELA
GENTILMENTE
“Aristóteles decía que el dinero era estéril porque no podía producir más dinero. Pobre Aristóteles, no lo conoció a Macri. El dinero es el Dios de estos tiempos y los bancos son los templos.
Desde un hotel en el Zócalo vi la asunción de Alberto y lloré. De golpe sentí que respiraba, que volvía a otro país. Dejé un país y volví a otro. Lo digo y lloro”
Yo me crié con la idea de que literatura y compromiso eran dos términos antagónicos; que la literatura tenía que ser libre y no estar atada a ningún compromiso político. Borges, (Adolfo) Bioy Casares y toda esa gente… Cuando empezaron las persecuciones políticas más obvias, antes de la triple A, con Onganía, como periodista me involucraba todo lo que podía. A Rodolfo Walsh le había gustado mucho mi primer libro de cuentos, Los heréticos. Yo lo admiraba a Walsh, pero no lo conocía. Yo trabajaba en planta en La Nación, cosa que La Nación olvida gentilmente, y Enriqueta Muñiz me dijo que a Walsh le habían gustado mis cuentos. Cuando finalmente lo conocí a Walsh, le dije que mi ideología no aparecía en mis cuentos. “¡Claro que aparece, porque lo que sentís profundamente siempre aparece en la literatura, aunque no lo reconozcas!”